Historias viajeras por Fer

02.01.2020

Cuando pregunté en instagram, a dónde habían viajado este año, me sorprendió cuando él me dijo "Honduras dos veces". Indagué un poco más en aquel motivo y me sorprendí. Me encontré con una historia de amor hermosa. (y como saben, me gustan sus historias viajeras y más si son por amor) 

Se las comparto para que se encanten de lo maravilloso de la vida y los destinos, igual que lo hice yo.

A veces solo hace falta un paso para empezar... A veces una palabra nos puede llevar al lugar menos pensado...

Así comenzó esta historia, allá por agosto del 2017. A fines de ese año yo empezaba a buscar destino para salir por primera vez de mi país, Argentina. Había hecho algunos viajes solo, pero siempre destinos dentro de mi hermosa patria.

Mientras seguíamos hablando y hablando más y más por WhatsApp, por chat y llamadas que duraban horas. Hablábamos todos los dias.

No puedo decir cuándo nació exactamente el amor pero nos llevó a soñar, a imaginar que podíamos, así mi búsqueda de destino se centró en Honduras, un país al que nunca se me hubiese ocurrido pensar que iba a visitar.

Cuando empezás a leer sobre ese destino lo primero que uno encuentra es todo relacionado a la violencia y lo peligroso que puede ser, pero hay más, mucho más, en Honduras hay un paraíso llamado Roatán, el lugar perfecto para nuestro encuentro.

Comenzamos a planificar y armar nuestro viaje, con mucha ansiedad y hablando todos los días de cómo sería ese momento, de nuestro primer abrazo, nuestro primer beso, el mirarnos cara a cara por primera vez sin un celular de por medio, superando miedos, superando barreras que uno va adoptando porque "las cosas son así" y solo diciéndonos que queríamos vivir esto porque lo sentíamos y eso ya hacía que valga la pena y la aventura. "Que pase lo que tenga que pasar"

Ella subió al ferry que la cruzaría desde el continente a la isla y yo pasaría por primera vez en mi vida el control para la sala de abordaje en Ezeiza. Esa sensación mientras caminaba por el pasillo que va a la fila de migraciones no me la voy a olvidar jamás en mi vida, es indescriptible. Tenía miedo pero internamente la sensación de estar haciendo exactamente lo que deseaba hacer desde hacía años, fue increíble, sentí que eso era lo que me faltaba, y aún quedaba mucho, solo era el principio.

Después de mi primer escala Lima y otra en San Salvador llegué a Roatán. Que lindo sentir el viento del mar al bajar del avión. Al hacer la cola de migraciones lo primero que uno ve es un gran cartel que advierte en varios idiomas el no encontrarse con personas que uno conoció por las redes sociales (seguramente debe ser porque pasan cosas malas) pero yo estaba seguro de lo que estaba haciendo, tenía todas las reservas de los lugares donde iba a estar, por seguridad de los dos y por si las cosas no salían como las habíamos imaginado.Los primeros tres días estaríamos en habitaciones separadas en el mismo hotel.

Pasé el control, busqué mi maleta y empecé a caminar en ese pequeño aeropuerto lleno de gente sin poder creer donde había llegado, estaba lo más lejos que nunca había estado de mi casa, mi país, solo y por encontrarme con ella. Trataba de estar calmado y pensar, pero no me salía muy bien. Cuando encontré el mostrador de alquiler de autos sentía que temblaba de emoción, no se ni como hice para hablar sin que me temblara la voz pero al ratito estaba en mi pequeño carro rumbo al puerto donde me esperaba ella.

Llegué en unos minutos y no había nadie, solo estaba ella ahí parada esperándome junto a su maletota, jajaja.

No dijimos nada, solo nos abrazamos fuerte, solo eso. Estuvimos así unos segundos, ella lloraba y yo temblaba y sudaba de nervios. Nos miramos a los ojos y me salió un hola, ella dijo hola y partimos rumbo al hotel. Al llegar y estacionar el auto la bese, y me beso.

No fue de película, ni de novela, fue real al cien por ciento, meses esperando, hablando y soñando cómo sería y fue así, simple y hermoso.

El viaje fue lo más parecido a luna de miel que uno puede imaginar, hasta había gente que pensaba que estábamos casados. Recorrimos gran parte de Roatán, conocimos Utila, otra isla cercana y disfrutamos de un viaje increíble y de nuestra compañía, de este amor que traspasó la pantalla del celular.

No sabíamos lo que iba pasar, nuestra única certeza era querer jugarnosla y saber hasta dónde podíamos llegar. No tengo palabras para describir lo que vivimos esos días.

El viaje llegó a su fin y teníamos que volver a nuestras vidas, distantes solo físicamente, pero con la sensación en el corazón, de que sabíamos que podíamos.

" y si pudimos una, por qué no más?"

Así fuimos por más y después de un año y medio de preparación volví a viajar a Roatán, en junio de 2019. Esta vez armamos todo para darles la sorpresa de conocerme en persona a sus dos hijos, los que solo me habían visto por video llamada. Disfrutamos de la isla, cruzamos al continente y recorrimos parte del país por ruta. Llegamos a Copán, un lugar increíble con ruinas mayas y mucha historia, visitamos el lago de Yojoa y la segunda ciudad en importancia de Honduras, San Pedro Sula. Los últimos días del viaje los pasamos nuevamente en Roatán, fue un viaje familiar hermoso.

La despedida fue dura, pero la sensación de haber podido vivir todo eso hace que uno no deje de pensar que se puede y la frase al despedirnos fue "vamos por más"


Volví a argentina y de nuevo a planear, buscar, imaginar.

Volví en noviembre, esta vez sin visitar tantos lugares, esta vez iba a la casa de ella.

Fue una experiencia maravillosa vivir el día a día con ellos.


Cada vez que nos separamos es muy difícil pero aun así no dejamos de pensar que se puede.

Hoy seguimos hablando todos los días y ya pensamos en el año que viene y "vamos por más".

Soy un agradecido de todo lo que estamos viviendo, no sabemos qué pasará mañana pero hemos vivido cosas que hay gente que sueña y por no tener los medios o por miedo no lo hacen.

Soy un tipo normal, tengo un trabajo normal, pero todas mis prioridades fueron estos viajes en ese momento. Muchas veces no se puede tener todo y hay que dejar cosas de lado para poder llegar a nuestros objetivos, pero se puede y vale la pena.

FER.

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